miércoles, 25 de febrero de 2015

Datos históricos sobre las primeras visiones

Datos históricos sobre hechos
que precedieron a las primeras visiones y misiones apostólicas
del vidente de El Palmar de Troya, Clemente Domínguez Gómez

Para servir de introducción a un libro sobre las Visiones y Mensajes, dados por el Cielo al vidente Clemente Domínguez, me han solicitado que escriba una breve historia, que dé, al lector, una idea, lo mas exacta posible, sobre los momentos que precedieron a las manifestaciones celestiales y misión apostólica de este elegido de Dios.

Aunque yo conocí a Clemente, en Sevilla, el día 18 de Mayo de 1968, creo que fue en el momento preciso, determinado por la Providencia, para poder conocer, seguir y compartir las etapas que, como vidente, habría de vivir.

Por razones de mi trabajo, fui trasladado de Madrid, en donde residía desde hace más de veinticinco años, llegando a esta mariana, histórica y bella ciudad de Sevilla, a primeras de enero de 1968.

Desde que conocí a Clemente, nuestra amistad fue, cada día, más estrecha y sincera. El había nacido en esta ciudad de Sevilla, en el número 13 de la calle Santander, hoy número 5, muy próximo a la Catedral, el día 23 de Abril de 1946. Trabajaba en una oficina como contable y su manera de vivir era sencilla.

En los primeros días de nuestra amistad, y tras de una conversación que mantuvimos, él me reveló que, en el espacio de una semana, había tenido dos sueños: se le había aparecido la Santísima Virgen y le había impuesto el hábito de Santo Domingo. Clemente me contaba todo esto con una gran naturalidad, a lo que yo no le di importancia. Pero él, seguro de la trascendencia de esos sueños, reafirmaba rotundamente: yo seré Dominico.

Pero antes de continuar el breve relato sobre Clemente, quiero hacer al lector una escueta presentación de los comienzos de las Apariciones Celestiales en el Palmar de Troya.

El día 30 de Marzo de 1968, la Santísima Virgen del Carmen se aparece, por primera vez, sobre un Lentisco de la finca la Alcaparrosa, a cuatro niñas del pueblo: Rafaela, Ana, Josefa y Ana. Esta planta, llamada lentisco, abundaba mucho en la finca. Del Lentisco de la primera aparición, no quedó nada, pues los devotos cortaban sus ramas como valiosa reliquia. En el lugar exacto se colocó una pequeña Cruz de madera, y alrededor de ella se hacían las oraciones y los videntes recibían las visitas celestiales. De esta manera se conservó el sitio elegido por la Santísima Virgen en su primera aparición. Después, siendo ya Clemente vidente, se colocó en este lugar del Lentisco la Sagrada Faz de Jesús y la imagen de Nuestra Madre del Palmar.

La finca de las Apariciones está situada a 1 kilómetro, aproximadamente, del pueblo del Palmar de Troya, que dista a unos 15 kilómetros de Utrera y pertenece a la provincia de Sevilla (España).

Tras de las cuatro primeras niñas, fueron surgiendo otros videntes: Rosario Arenillas, del Palmar de Troya, el 14 de Abril de 1968; María Marín, de Utrera, el día 20 de Mayo de 1968, y María Luisa Vila, de Sevilla, el día 6 de Junio de 1968.

Y, dentro del mismo año: Antonio Romero, José Navarro (Cayetano), Manuel Fernández, Antonio Anillos y otros, todos residentes en el Palmar de Troya. Posteriormente también fue elegida, como vidente, Arsenia Llanos, de Jerez de la Frontera.

Cuando conocí a Clemente, ya había yo visitado el lugar de la Aparición, como simple curioso, aunque manteniendo un cierto respeto e interés. Hablé a Clemente de El Palmar, que él también había visitado ya, y en mi coche nos desplazamos a la Aparición. Durante las distintas visitas que hicimos durante el año 1968, nuestra postura fue de curiosidad respetuosa, pues en el fondo admitíamos que pudiera haber algo sobrenatural.

Era el 15 de Octubre de 1968. Nos enteramos que la Santísima Virgen había llamado, por medio de María Marín, para que acudieran muchos, ese día, a El Palmar. Clemente y yo fuimos a El Palmar ya de noche. Cuando llegamos todo había pasado, pues eran cerca de las 11 de la noche. Sin embargo, a esa hora nos esperaba algo desagradable. Al llegar a la puerta de la finca, observamos que aún, en el Lentisco, había un grupo de personas. Estas daban vueltas, como danzando en corro, alrededor de una mujer, mientras que, intercalando sarcásticas carcajadas, cantaban las Avemarías del Rosario, entre risotadas y aplausos diabólicos. El espectáculo estremecedor se apreciaba, a esa distancia, gracias a unos cirios que arriba estaban encendidos. No nos atrevimos a subir al Lentisco. Rezamos unas Avemarías y regresamos a Sevilla. Algún tiempo después nos informaron que una mujer demente, que nadie conocía, había sembrado la confusión entre los asistentes diciendo que era la encarnación de la Virgen del Pilar.

Desde esa fecha, Clemente y yo, desistimos casi de visitar El Palmar.

Pero, fue entrado el verano del año 1969 cuando, gracias a un articulo publicado en el ABC, por un Padre Jesuita, en defensa de El Palmar, nuevamente sentimos cierto interés por estos fenómenos sobrenaturales. Interés que aumentó, gracias a otra nota, publicada también en el ABC, del Hermano Nectario María, anciano de reconocida santidad y sabiduría, por la que invitaba a una conferencia que iba a dar en el Convento de Lasalle, calle San Luis 35, de Sevilla. Clemente y yo fuimos a oír la conferencia. Había allí un buen número de personas, entre ellas, Don Antonio Vota y su esposa. El Hermano Nectario María hizo una resumida e interesante exposición de los fenómenos de El Palmar, acompañada de pruebas documentales. Finalizado el acto, pudimos intercambiar algunas palabras con el Hermano Nectario quedando algo más convencidos de que las Apariciones pudieran ser ciertas.

Pero una fecha clave, en esta reseña histórica, es la del 15 de Agosto de 1969, festividad de la Asunción de la Virgen. Por la mañana, salimos Clemente y yo hacia las playas de Cádiz, para pasar el día. Pero, en nuestro itinerario, decidimos pasar por El Palmar de Troya. Allí había un grupo de personas que esperaban a un Padre Jesuita y que posiblemente dijera Misa por la tarde. Poco después llegó este Sacerdote, hablamos con él y decidimos quedarnos allí todo el día.

Por la tarde acudieron más peregrinos. El Padre Jesuita dijo la Santa Misa sobre un altar que había junto a la tapia, fuera de la finca de las Apariciones.

Durante la Misa tuvo María Luisa Vila una visión de la Santísima Virgen. Era la primera vez que presenciamos un éxtasis, aunque no estábamos muy próximos a la vidente. Comulgamos con mucha devoción y quedamos convencidos de que las Apariciones de El Palmar eran verdaderas.

Subimos, después, al Lentisco, en donde estaba María Marín viendo al Señor, en un maravilloso éxtasis. De pronto, oímos una voz potente, la del Hermano Nectario María, que decía con seguridad: "¡Cristo está aquí presente!" Todo nuestro ser se estremeció. Era la primera vez que oíamos que el Señor se aparecía en El Palmar. También presenciamos una visión de Rosario Arenillas, apreciando una fuerte fragancia celestial.

Desde entonces, nuestras visitas a El Palmar eran casi a diario. Fuimos conociendo mejor a los videntes y recibiendo pruebas de su autenticidad.

Un detalle muy significativo, eran las frecuentes atenciones que el Señor y la Santísima Virgen tenían para con Clemente, a través de los distintos videntes de El Palmar, dándole una singular distinción y mostrándole una especial preferencia. Sin duda alguna, el Cielo iba preparando el camino de aquél a quien, después, confiaría sus Mensajes más importantes.

Veamos algunos de estos hechos:

La vidente Rosario Arenillas reveló a Clemente que la Virgen le había dicho que llegaría un día a tener visiones y que sufriría mucho.

Estábamos una noche en el Lentisco la vidente María Luisa Vila, su esposo, Rosario Arenillas, Clemente Domínguez, un matrimonio de Jerez, algunas personas más y yo. Durante el rezo del Santo Rosario entraron en éxtasis María Luisa y Rosario. La Santísima Virgen llama a Clemente a través de las dos videntes, para que se acerque a Ella. Dichas videntes no se atrevían a hablar. Pero Clemente siente en su interior la llamada, como una fuerza que le hace aproximarse más al Lentisco. La Virgen avanza hacia él, pone sus Manos sobre su cabeza y le cubre con todo su cuerpo. María Luisa Vila decía: "!Mira, Rosario, mira!" Ambas estaban presenciando el hecho.

Algo similar ocurrió pocos días después con el Señor, estando María Marín en éxtasis. Y de otras muchas formas el Cielo reiteraba sus atenciones, para con Clemente, a través de los demás videntes.

Inolvidable fue, para nosotros, la fecha del 14 de Setiembre de 1969, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Era ya de noche. Poco tiempo antes habíamos presenciado un éxtasis de María Luisa Vila, que nos llenó de gran paz. Pero el Diablo, a través de una persona que estaba presente, turbó mi alma, llenándola de dudas. Clemente y yo nos bajamos a la carretera. Una angustiosa confusión que aprisionaba mi espíritu, me hizo exclamar:

¡No vuelvo más a El Palmar mientras la Virgen no me llame! Clemente se puso a llorar. De pronto, del horizonte sale una luz potentísima, que avanza lentamente hasta posarse sobre el Lentisco, formándose una gran Cruz sobre un pedestal de flores luminosas y con maravillosos resplandores. La emoción era indescriptible. Clemente y yo salimos corriendo hacia el Lentisco. Pero, a la mitad del camino, la maravillosa visión desapareció. Preguntamos a tres personas que allí estaban rezando si habían visto algo. Nos miraron extrañados, respondiendo que no. También estaba allí el vidente José (Cayetano), y él nos confirmó nuestra visión, entrando, poco después, en un maravilloso éxtasis.

Seguíamos frecuentando El Palmar. Clemente y yo hacíamos todos los días el Viacrucis, y dirigíamos, a veces, las oraciones en el Lentisco, y esto era del agrado de los que allí estaban, especialmente de los videntes. Tuvimos oportunidad de ver, en varias ocasiones, los éxtasis de las cuatro primeras niñas, que eran de un candor extraordinario. Conocimos e hicimos gran amistad con la vidente Arsenia Llanos, cuyos éxtasis nos producirán una gran paz en el alma. También presenciamos algunas visiones de Manuel Fernández, Antonio Romero y alguno más.

Clemente mostraba deseos de ver a la Virgen. Se lo había pedido muchas veces.

Fue el día 30 de Setiembre de 1969, cuando Clemente tuvo la primera visión. Había transcurrido un año y medio de la primera Aparición de El Palmar.

Orábamos en el Lentisco un buen número de personas, entre las que se encontraba la vidente Rosario Arenillas. Estaba oscureciendo. De pronto sentimos como suspirar a Clemente y que nos dice que ve dos figuras de personas, una alta y otra más baja, que vienen andando lentamente hacia el Lentisco desde la parte alta de la finca. Las dos figuras, que eran oscuras y en las cuales el vidente no podía apreciar los rasgos de sus rostros, quedan paradas a unos metros más arriba del Lentisco. Clemente, al mismo tiempo que las veía, era consciente del lugar y personas que lo rodeábamos. El comprendió, por los detalles, un poco difusos, de sus cuerpos, que se trataba del Señor y del Padre Pio. Pasada la visión, la vidente Rosario Arenillas, que también había presenciado la aparición, le confirmó que eran el Señor y el Padre Pío.

Pocos días después, tuvo idéntica visión, y en las mismas circunstancias, con la vidente María Luisa Vila.

Desde estas fechas, Clemente tenía visiones con frecuencia. También veía a la Virgen, a San José y a otros Santos, pero de la misma manera que las dos primeras: oscuras y sin poder apreciar sus rostros.

El día 8 de Diciembre de 1969, festividad de la Inmaculada Concepción, fue una fecha memorable para Clemente. Por la mañana fuimos a El Palmar a permanecer allí todo el día. Nos reunimos un buen número de personas.

A media mañana, Clemente entra en éxtasis ante la visión de la Virgen Inmaculada. Minutos después, apareció el Señor, como Cristo Rey. Era la primera vez que, el vidente, había visto al Señor y a la Virgen, claramente, apreciando perfectamente todos sus detalles de figuras y rostros. Clemente caía en tierra por el arrobamiento, con la pérdida de todos sus sentidos. Desde esta fecha todas las visiones de Clemente, fueron de una percepción perfectamente clara.

Pero, por la tarde, ya oscurecido, el Ciclo le regaló con otras visiones maravillosas. Primero apareció la Santísima Virgen, rodeada de ángeles, los cuales portaban los hábitos de la Orden de Santo Domingo. Apareció, poco después, el Señor, y después un Santo. El Señor indicó al vidente que se trataba de Santo Domingo. Este Santo Fundador de los Dominicos, anunció a Clemente la presencia de San José, que también se hizo visible. El vidente oyó por primera vez la voz del Señor, la de la Virgen y la de ambos Santos.

Pero la visión iba haciéndose cada vez más impresionante. Clemente recibía de manos de la Santísima Virgen el hábito de Santo Domingo, que traían los ángeles y se lo imponían. Poco después recibía también los ornamentos sagrados de Sacerdote, e iba recitando, en latín, las partes de la Misa, que le dictaba San José, menos la Consagración. Para que no haya error en la interpretación que puedan hacer los lectores, he de advertir que todo esto sucedía de forma mística, ya que el vidente se veía así revestido en la visión. Los que rodeábamos al vidente, sólo apreciábamos sus gestos y oíamos su voz. Fue un éxtasis de indescriptible belleza y emoción.

El primer Mensaje lo recibió Clemente de boca de Santo Domingo, el día 10 de Diciembre de 1969, recomendando el rezo del Santo Rosario de Padrenuestros.

Pero en este día sucedió un hecho muy significativo. Cuando llegamos a El Palmar, la puerta de entrada a la finca, que estaba junto a la gran Cruz que hay en la tapia, estaba cerrada. Esa fue la primitiva entrada. Nos pusimos a rezar cerca de donde hoy se encuentra la imagen de la Divina Pastora. Cayó Clemente en éxtasis. Vio cómo San José se trasladó desde el

Lentisco a la tapia, próximo a nosotros. Aquí se repitió la misma celebración de la Misa de que hablamos el día 8, y otras veces más sucedió días después. Aparecieron también el Señor y Santo Domingo. Cuando acabó el éxtasis, pudimos contemplar cómo se había abierto una nueva puerta de entrada, la que hoy existe. No salíamos de nuestro asombro, pues nadie oyó ningún ruido. Solamente Don Antonio Vota nos contó que, durante el éxtasis de Clemente, fue a poner las manos sobre la pared y se le vino abajo. Cosa extraña, pues ésta tenía resistencia suficiente para no caerse tan fácilmente. Clemente nos indicó que en la misma puerta, sobre la pared, se había puesto San José. Entendimos todos que había sido este Santo quien la había abierto. No nos atrevimos a entrar. Por fin pasamos a la finca con algún temor, y cuando habíamos avanzado unos metros, Clemente vio a San José que, desde la puerta, con su vara, nos indicaba que subiéramos al Lentisco.

El día 12 de Diciembre de 1969 Clemente tuvo una visión de Santo Domingo, que le dijo: "Ahora contempla a mi derecha el Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo. Mira, hijo mío, la Faz del que lo dio todo, hasta su aliento, por tus pecados y por los pecados de todo el mundo". Y apareció la Santa Faz de Jesús, dolorosa y sangrante. Santo Domingo le dio a continuación los importantes Mensajes sobre la Santa Faz: la extensión de la Adoración de la Santa Faz por todo el mundo, el Santo Viacrucis y la Comunión reparadora de los primeros Jueves, reparando los ultrajes al Divino Rostro del Señor.

Hasta que se colocó la Sagrada Faz en el Lentisco, llevábamos un cuadro del Rostro del Señor, y hacíamos oración ante él. Era muy frecuente que, en los éxtasis, Clemente tomara el cuadro en sus manos, lo elevara y bendijera a todos, en latín, por mandato del Señor. Clemente, cuando era casi un niño, perteneció a la Congregación de la Santa Faz, que radicaba en la Parroquia de San Clemente (Del Sagrario, anexa a la Catedral). Esta Parroquia, donde Clemente fue bautizado, está presidida, en el Altar Mayor, por un lienzo de la Santa Faz y una imagen de San Clemente Papa.

La Santa Faz del Lentisco se colocó, por mandato del Cielo a Clemente, el día 2 de Febrero de 1970. La imagen de la Divina Pastora se colocó y bendijo los días 1 y 2 de Marzo de 1972. Nuestra Madre de El Palmar fue puesta en el Lentisco el día 12 de Setiembre de 1972.

Creo que con todos estos datos el lector puede hacerse una idea de cómo Clemente conoció El Palmar, creyó en la Aparición y tuvo sus primeras visiones y Mensajes.

Todo sea a la mayor gloria de Dios y de su Santísima Madre.

Manuel Alonso Corral de la Santa Faz y de la Cruz

Sevilla, 27 de Abril de 1974.

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